martes, 15 de septiembre de 2015

Parece, pero no



Lo curioso de los amores para toda la vida
es que se fugan en menos de un parpadeo
aunque sepamos que perdurará en nuestra memoria
aún cuando nuestra eternidad
sea sólo el recuerdo
de un beso
que no sintieron los labios
sino las ganas,
tu espejo
y mi alma,
dejando a un lado el fracaso tras la derrota
y el amor
tras el desamor.
Puede que no memoricemos en que momento
fueron capaz de atravesar nuestro corazón
pero si aquel
que antes de irse
ya sabía que no podría quedarse
porque no todos los que consiguen alcanzarnos
son capaces de hacernos sentir,
y lo sentimientos,
a veces,
son sólo caparazones vacíos,
y los padecemos,
y nos liman,
como si la verdad nos dejase a punto de querer disparar,
bordeándonos como vértices afilados,
haciéndonos sangrar por cualquiera
que venga
con vacíos de demostraciones por bandera
y con las vendas que ya no son capaces
de contener las heridas
de todas
y cada una
de sus guerras.
Con las promesas
hay que mantener la distancia justa
que hay algunas que se rebelan
y comienzan cumpliéndose
antes
de que terminemos eligiendo
si queremos una vida segura
o un momento interminable,
que luchen por
pero sin nosotros,
o si tan sólo es una forma de mitigar
la soledad que nos aqueja
que nos quejamos de que no necesitamos
demostraciones
que nos demuestren
que las promesas no siempre prometen
lo que cumplen
y no digamos
de lo que se cumple sin prometer,
necesitamos hechos con palabras,
menos pared
entre pecho y espalda,
suspiros
y falta de aliento,
lo necesitamos todo de nadie
porque hemos aprendido
que los alguien
siempre
nos dejan sin nada,
porque hemos vivido que caerse
también es crecer,
porque desde las profundidades
sólo las luces mas insistentes
consiguen alcanzarnos
cuando únicamente
nos sentimos tinieblas,
porque crecer también es levantarse,
que vivir un poquito con oscuridad
no nos hace más débiles,
ni más cobardes,
sólo
un poco delincuentes,
que no cualquiera es capaz de convivir
entre dos precipicios
no todos son capaces de leernos el alma
aunque la tengan delante,
porque levantarse es mirar siempre
hacia adelante
y aceptar
que todo lo que dejamos atrás puede volver,
aunque nunca vuelva.